Ficha Técnica
Editorial: DeBolsillo
Idioma: Castellano
Encuadernación: Tapa
blanda
ISBN: 9788497930314
Lugar: Barcelona
Año de la edición: Diciembre 2003
BIOGRAFÍA
Juan Marsé, nacido como Juan Faneca Roca
en Barcelona el 8 de enero de 1933, fue uno de los grandes novelistas españoles
del siglo XX. Hijo de una familia humilde, quedó huérfano de madre poco después
de nacer y fue adoptado por sus tíos, de quienes tomó el apellido Marsé. Creció
en el barrio barcelonés de Guinardó, cuyas calles y paisajes marcaron
profundamente su obra literaria. Desde
muy joven trabajó como aprendiz de joyero, mientras desarrollaba su pasión por
la escritura. En 1958 publicó su primer relato en la revista Ínsula,
y en 1960 ganó el premio Sésamo con un relato corto. Su primera novela, Encerrados con
un solo juguete (1961), reveló su talento narrativo. Sin embargo,
fue con Últimas tardes con Teresa (1966), ganadora del Premio
Biblioteca Breve, que alcanzó el reconocimiento definitivo. Esta obra retrata
con maestría las tensiones de clase y las contradicciones de la sociedad
española de la época.
Marsé perteneció a la llamada Generación del 50, que buscaba retratar las realidades de la posguerra con un lenguaje directo y personajes complejos. Sus novelas, como La oscura historia de la prima Montse (1970) o Si te dicen que caí (1973), abordaron temas como la memoria, la desigualdad y las heridas de la Guerra Civil Española.
En 2008 recibió el Premio Cervantes, el
máximo galardón de las letras españolas, como reconocimiento a su carrera y su
contribución a la literatura. Crítico mordaz, nunca dudó en expresar opiniones
contundentes sobre la sociedad y la política.
Falleció el 18 de julio de 2020 en
Barcelona, dejando un legado literario que continúa siendo referencia para
quienes buscan comprender la España del siglo XX a través de una narrativa
profundamente humana y emotiva.
RESEÑA
Un día volveré es una de las obras más
maduras y significativas de Juan Marsé. La leemos ahora en em una colección de
la editorial DeBolsillo del año 2003 pero su primera edición fue en 1982. Ambientada
en la Barcelona gris y herida de la posguerra, la novela vuelve a los
escenarios y personajes marginales que definen el universo marséano: el barrio
del Guinardó, las tabernas, los descampados, las ilusiones rotas y la
persistencia de la dignidad entre los vencidos. En este paisaje de miseria
moral y económica, Marsé construye una historia que combina memoria, mito y
desencanto.
La trama gira en torno al regreso de Jan Julivert Mon, un antiguo combatiente republicano y atracador legendario que vuelve al barrio tras cumplir condena en prisión. Su figura —más evocada que presente— actúa como símbolo de la resistencia perdida y del fracaso de los ideales revolucionarios. El verdadero protagonismo recae en los jóvenes del barrio, testigos de una época en la que los héroes se desvanecen y solo quedan los ecos de un tiempo más valiente. A través de ellos, Marsé reflexiona sobre la transmisión de la memoria y sobre la imposibilidad de redención en una sociedad que ha aprendido a sobrevivir en silencio.
El
estilo de Marsé en Un día volveré es fiel a su tradición: una prosa limpia,
cargada de imágenes precisas y diálogos llenos de ironía y ternura. Diríase que
a veces es como si asistiéramos a la proyección de una película perfectamente
ambientada. Su narración alterna entre la nostalgia y la lucidez, entre la
mirada poética y el testimonio social. La ciudad se convierte casi en un
personaje más, una Barcelona de posguerra que respira tristeza y supervivencia,
donde el amor, la lealtad y la traición se confunden con la necesidad de seguir
viviendo.
Desde el punto de vista social, la novela ofrece un retrato demoledor de la España franquista y de las secuelas de la guerra civil en la clase trabajadora. Marsé denuncia la pérdida de ideales, la manipulación del miedo y la marginación de quienes fueron derrotados. Sin recurrir al panfleto, su crítica es profunda: muestra cómo la represión política se infiltra en las relaciones humanas y cómo la pobreza material se acompaña de una pobreza moral impuesta por el régimen.
Un día volveré es, en última instancia, una elegía por una generación truncada, una meditación sobre la memoria y la derrota. Con ella, Marsé reafirma su lugar como cronista de los desheredados, como testigo lúcido de una España que, aun intentando olvidar, no puede escapar de sus fantasmas. Su lectura sigue siendo actual porque habla de la dignidad frente al olvido y del deseo, siempre latente, de que algún día —aunque sea simbólicamente— los que fueron vencidos puedan volver.









