martes, 7 de marzo de 2023

SESIÓN XI (22/23): "La lluvia amarilla" Julio LLamazares

 


Ficha Técnica

Nº de páginas: 144

Editorial: Seix Barral

Idioma: Castellano

Encuadernación: Tapa blanda

ISBN: 9788432239946

Año de edición: 1988

Plaza de edición: Barcelona


JULIO LLAMAZARES


Julio Alonso Llamazares (Vegamián, León, 28 de marzo de 1955) es un guionista de cine, novelista, narrador y poeta español. Fue dos veces finalista del Premio Nacional de Literatura de España por sus novelas Luna de lobos (1985) y La lluvia amarilla (1988). Nació en el desaparecido pueblo leonés de Vegamián, donde su padre, Nemesio Alonso, trabajaba como maestro nacional poco antes de que la localidad quedase inundada por el embalse del Porma.

Aunque nació accidentalmente en Vegamián, su familia procede del pueblo leonés de La Mata de Bérbula (también llamado La Matica), ubicado en la cuenca del río Curueño y cuya descripción está recogida en su libro de viajes El río del olvido. Tras la destrucción de Vegamián se muda con su familia a Olleros de Sabero, en la cuenca carbonífera de Sabero. La infancia en ambos pueblos marca, en adelante, su vida; también lo hará con parte de su obra.

Licenciado en Derecho, abandonó el ejercicio de la profesión para dedicarse al periodismo escrito, radiofónico y televisivo en Madrid, donde reside actualmente.


En 1983 comenzó a escribir Luna de lobos, su primera novela (1985), y en 1988 publicó La lluvia amarilla. Ambas fueron finalistas al Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Narrativa. Tras estas obras, en Escenas de cine mudo (1994) dio forma literaria a algunas de sus experiencias de niñez. En 2016 quedó finalista del Premio de la Crítica de Castilla y León con su novela Distintas formas de mirar el agua. Antes del fallo del premio, emitió un comunicado anunciando que no aspiraba a él y que lo rechazaría en caso de que le fuera concedido. 
En una convocatoria anterior (2014) ya había sido candidato a dicho galardón, con Las lágrimas de San Lorenzo, sin obtenerlo.

Obra literaria

Julio Llamazares afirma que su visión de la realidad es poética. Su forma de escribir está muy pegada a la tierra, podríamos decir que es un escritor romántico en el sentido original, que es el de la conciencia de escisión del hombre con la naturaleza, de la pérdida de una edad de oro ficticia porque nunca ha existido. Sus obras las caracterizan el intimismo, el uso de un lenguaje preciso y el exquisito cuidado en las descripciones.

Así, en ellas incursiona en diversos géneros: la literatura de viajes, en El río del olvido (1990), que narra el viaje a pie que realizó por la ribera del Curueño durante el verano de 1981; o Cuaderno del Duero (1999), crónica del recorrido a lo largo de las provincias por las que transcurre el río, que concluyó en Trás-os-Montes (1998), publicado originalmente por capítulos en el periódico El País con el título Un viaje portugués, el ensayo, presente en narraciones como El entierro de Genarín (1981) o los retratos de Los viajeros de Madrid (1998);

disciplinas periodísticas como el artículo de opinión y el reportaje, de los que ha publicado recopilaciones como En Babia (que reúne su producción en estos géneros entre 1986-1991) o Nadie escucha (1991-1995) y en las que se reafirma en su tesis de que «el periodismo es otra faceta de la literatura, también forma parte del afán de contar». Como poeta se le vincula a la generación de los ochenta o postnovísimos.

Narrativa

El entierro de Genarín (1981), relato

Luna de lobos (1985), novela

La lluvia amarilla (1988), novela.

Escenas de cine mudo (1994), relatos

En mitad de ninguna parte (1995), relatos

Tres historias verdaderas (1998), relatos

Los viajeros de Madrid (1998), relatos

El cielo de Madrid (2005), novela

Tanta pasión para nada (2011), relatos

Las lágrimas de San Lorenzo (2013), novela

Distintas formas de mirar el agua (2015), novela

Poesía

La lentitud de los bueyes (1979)

Memoria de la nieve (1982)

Colaboraciones en prensa

En Babia (1991)

Nadie escucha (1995)

Entre perro y lobo (2008)

Viajes

El río del olvido (1990)

Trás-os-Montes (1998)

Cuaderno del Duero (1999)

Las rosas de piedra (2008)

Atlas de la España imaginaria (2015)

El viaje de Don Quijote (2016)

Las rosas del sur (2018)

Primavera extremeña (2020)

Guiones cinematográficos

Retrato de bañista (1984)

El filandón (1985)

Luna de lobos (1987)

La fuente de la edad (1991)

El techo del mundo (1995)

Flores de otro mundo (1999)

Elogio de la distancia (2009)

Premios

1978: Premio Antonio González de Lama

1982: Premio Jorge Guillén

1983: Premio Ícaro

1986: Finalista Premio Nacional de Literatura

1988: Libro de Oro de la CEGAL

1989: Finalista Premio Nacional de Literatura

1992: Premio de Periodismo El Correo Español-El Pueblo Vasco

1993: Premio Nonino

1994: Premio Cardo d'Oro

1999: Premio de la Semana Internacional de la Crítica en el Festival Internacional de Cannes

RESEÑA

La novela "La lluvia amarilla" de Julio Llamazares es una obra desgarradora y poética que nos lleva a través de la historia de un pueblo llamado Ainielle, en la comarca de la Ribagorza, en la provincia de Huesca. A través de los ojos de un anciano solitario, nos sumergimos en un mundo en el que la despoblación ha hecho que la vida en el pueblo sea cada vez más difícil. La novela es un homenaje a los pueblos que, como Ainielle, se han ido quedando vacíos con el tiempo y a la vida que alguna vez tuvieron.


El personaje principal de la novela es un anciano llamado Andrés, quien ha vivido toda su vida en Ainielle y es el último habitante del pueblo. La novela comienza con la muerte de su esposa, quien se suicida dejándolo solo y desolado. La tristeza y el dolor de Andrés son palpables en cada página, y el lenguaje poético y emotivo de Llamazares hace que el lector sienta su dolor de manera profunda.

La muerte de su hija también es un momento impactante de la novela. Andrés recuerda el momento en que su hija murió, y la forma en que el pueblo se reunió para ayudarlo a enterrarla. La tristeza de Andrés por la pérdida de su hija es palpable, y Llamazares describe esta tristeza con una delicadeza que conmueve.

La marcha de su último hijo también es otro momento impactante de la novela. Andrés ve cómo su hijo se marcha del pueblo para buscar trabajo en la ciudad, sabiendo que probablemente nunca regrese. Este momento simboliza la triste realidad de muchos pueblos de España, donde los jóvenes se ven obligados a buscar trabajo en las ciudades, dejando a sus padres y abuelos solos en los pueblos vacíos.

La marcha de los últimos vecinos también es otro momento triste y conmovedor de la novela. Andrés ve cómo uno por uno, sus vecinos van abandonando el pueblo hasta que finalmente se queda solo. La
soledad y el aislamiento que siente Andrés son palpables y dolorosos.

Pero quizás uno de los momentos más impactantes de la novela sea el sacrificio de la perra de Andrés. Sabiendo que está llegando al final de su vida, Andrés decide sacrificar a su perra para evitar que sufra. Llamazares describe este momento con un lenguaje poético y emotivo que conmueve al lector. Es un momento de profunda tristeza y dolor, pero también de amor y sacrificio por parte de Andrés.

El lenguaje poético y emotivo que utiliza Llamazares a lo largo de la novela es uno de los aspectos más destacados de la obra. La prosa poética de Llamazares es hermosa y conmovedora, y sus descripciones detalladas y evocadoras hacen que el lector no pueda separar los ojos de sus páginas a pesar del dolor profundo que en ellas encuentra.

El comienzo de la novela, magistral como pocos, es en realidad uno de los momentos finales, la llegada de la partida del pueblo para buscar, lo que ya esperan encontrar, que es el cadáver del último habitante de Ainielle para constatar que en aquel rincón de la Ribagorza oscense el tiempo y la lluvia comparten el mismo color amarillo con el que se ha perpetuado el otoño.

Cuando lleguen al alto de Sobrepuerto, estará, seguramente, comenzando a anochecer. Sombras espesas avanzarán como olas por las montañas y el sol, turbio y deshecho, lleno de sangre, se arrastrará ante ellas agarrándose ya sin fuerzas a las aliagas y al montón de ruinas y escombros de lo que, en tiempos, fuera (antes de aquel incendio que sorprendió durmiendo a la familia entera y a todos sus animales) la solitaria Casa de Sobrepuerto.




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