jueves, 8 de diciembre de 2022

SESIÓN V (22/23): "El infinito en un junco" Irene Vallejo Moreu.



Título: EL INFINITO EN UN JUNCO


Ficha Técnica

Nº de páginas: 452

Editorial: Siruela

Idioma: Castellano

Encuadernación: Tapa dura

ISBN: 978-84-18436-20-8

Año de edición: 2019

Plaza de edición: Madrid


IRENE VALLEJO

BIOGRAFÍA

Irene Vallejo Moreu (Zaragoza, 1979)

Es una filóloga y escritora española. Entre otros premios ha recibido el Premio Nacional de Ensayo 2020 por su libro El infinito en un junco y el Premio Aragón 2021.

Doctora en Filología Clásica por las universidades de Zaragoza y Florencia, su labor se centra en la investigación y divulgación de los autores clásicos; así, por ejemplo, colabora con los periódicos Heraldo de Aragón y El País, donde mezcla temas de actualidad con enseñanzas del mundo antiguo. Fruto de ese trabajo publicó dos libros recopilatorios de sus columnas semanales, El pasado que te espera y Alguien habló de nosotros.

Compagina esa labor con su actividad literaria. En 2011 publicó su primera novela, La luz sepultada, una historia cotidiana de sentimientos y miedos situada en la Zaragoza de 1936 frente al inminente estallido de la guerra civil española. Su segunda novela fue El silbido del arquero, publicada por la editorial Contraseña, en la que plantea una historia de aventuras y amor, ambientada en tiempos legendarios, recordando a los conflictos contemporáneos. También cultivó la literatura infantil y juvenil con las obras El inventor de viajes, ilustrada por José Luis Cano, y La leyenda de las mareas mansas, en colaboración con la pintora Lina Vila. Fue incluida en la antología de narradoras aragonesas Hablarán de nosotras (2016) con el relato El mal invisible.

En 2020 fue galardonada con el Premio Nacional de Ensayo por su libro El infinito en un junco, siendo la quinta mujer que se galardona con este premio desde que se creó en 1975. La primera mujer que recibió el galardón fue la filósofa Celia Amorós en 2006. El 23 de abril de 2021 recibió el premio Aragón, la máxima distinción institucional otorgada por el Gobierno de Aragón, en un acto celebrado en el palacio de la Alfaajería; tal y como ella misma y el presidente de Aragón, Javier Lamban Montañés, afirmaron, la idea de escribir El infinito en un junco se le ocurrió en el patio del propio palacio. En la mañana de ese mismo 23 de abril, dio en Barcelona el pregón de la Lectura del Día del Libro (Sant Jordi), acompañada de su alcaldesa, Ada Colau 10.

Fue elegida para participar el 18 de octubre de 2022 en la ceremonia de apertura de los actos de España como Invitado de Honor en la Feria del Libro de Fràncfort, en la que también hablaron el el rey Felipe VI y el escritor Antonio Muñoz Molina.


RESEÑA

El infinito en un junco de Irene Vallejo.


En lo que he tardado en escribir el título de la obra y el nombre de su autora se han editado 20 nuevos libros en el mundo, lo que viene a suponer que se publican 4 libros por segundo. Es evidente que la buena salud del mundo editorial se impone en estos tiempos predominantemente tecnológicos. Pero no siempre fue así, al principio "El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo”, como se nos muestra en los primeros párrafos de “Cien años de soledad”, la insigne novela de Gabriel García Márquez. Entonces no existían los libros pero sí los viajes. Sobre esto ha escrito Irene Vallejo.
En el preámbulo de libro la autora ya nos lo recuerda en los siguientes parágrafos:

Misteriosos grupos de hombres a caballo recorren los caminos de Grecia. Los campesinos los observan con desconfianza desde sus tierras o desde las puertas de sus cabañas. La experiencia les ha enseñado que solo viaja la gente peligrosa: soldados, mercenarios y traficantes de esclavos. Arrugan la frente y gruñen hasta que los ven hundirse otra vez en el horizonte. No les gustan los forasteros armados…

Los campesinos que se sientan a fisgonear a la puerta de sus cabañas, los mercenarios y los bandidos habrían abierto los ojos con asombro y la boca con incredulidad si hubieran sabido qué perseguían los jinetes extranjeros.
Libros, buscaban libros.



Aquí empieza el gran viaje de la invención de los libros en el mundo antiguo. Este ensayo está divido en dos partes: Grecia y Roma. En la primera, los jinetes que recorren los caminos griegos tenían la misión de hacerse, fuera como fuera, con todos los nuevos ejemplares que hubieran visto la luz y llenar los anaqueles -por orden de Ptolomeo-, de la biblioteca más grande de la Antigüedad: la Biblioteca de Alejandría. 
Habrían de pasar centenares de años hasta que Roma, en la segunda parte de este ensayo, conquistase Grecia, aunque a la sazón fuese la cultura griega la virtual vencedora, la que se impondrá al poderío romano; la inteligencia predomina sobre la fuerza de las armas: “Venceréis pero no convenceréis”, que señaló Unamuno en el claustro de la Universidad de Salamanca a quienes ensalzaban la muerte frente a la inteligencia.


Irene Vallejo toca todos los aspectos relacionados con el libro a lo largo de la historia. No deja en el tintero nada que tuviera relación con ellos. Habla de los títulos, de la arcilla, del papiro, del pergamino, del papel, de las letras, de la lectura, de las encuadernaciones, de los libreros, de las bibliotecas, de las formas de leer, del alfabeto, de la imprenta, de los bibliotecarios, de los maestros, de los profesores, de todo el universo que rodea a los libros. Definitivamente este ensayo es el libro de los libros.

Es un libro denso, que requiere de la atención de los sentidos, incluso el del olfato, sobre todo el del olfato, como nos gusta señalar a los lectores que preferimos el papel a las pantallas electrónicas. La profusión de datos presupone un trabajo anterior de investigación, de búsqueda entre los anaqueles de viejos sótanos, de lecturas de amplio espectro por la literatura y filosofía griega. Y todo ello mezclado con la valoración y perspectiva de un tiempo que como el nuestro está empeñado es apartar del camino la simplicidad de un artefacto tan definitivo y contundente como es el libro. Hay un certero pasaje en que la autora trae a colación cuando afirma que lo que lleva más tiempo entre nosotros resultará más difícil de desaparecer porque se le conoce desde la antigüedad:


Si el poeta Marcial pudiese agenciarse una máquina del tiempo y visitar esta tarde mi casa, encontraría pocos objetos conocidos. Le asombrarían los ascensores, el timbre de la puerta, el router, los cristales de las ventanas, el frigorífico, las bombillas, el microondas, las fotografías, los enchufes, el ventilador, la caldera, la cadena del váter, las cremalleras, los tenedores y el abrelatas. Se asustaría al escuchar el silbido de la olla exprés y daría un respingo cuando empezasen las embestidas de la lavadora. Alarmado, buscaría dónde se esconden las personas que hablan desde la radio. Le angustiaría —como a mí, por otro lado— el pitido de la alarma del despertador. A simple vista, no tendría ni la más remota idea de la utilidad de los esparadrapos, los sprays, el sacacorchos, la fregona, las brocas, el secador, el exprime limones, los discos de vinilo, la maquinilla de afeitar, los cierres de velcro, la grapadora, el pintalabios, las gafas de sol, el sacaleches o los tampones. Pero entre mis libros se sentiría cómodo. Los reconocería. Sabría sujetarlos, abrirlos, pasar las páginas. Seguiría el surco de las líneas con su dedo índice. Sentiría alivio —algo queda de su mundo entre nosotros—.


La lectura depara agradables sorpresas, detalles que incluso emocionan, en definitiva el libro, todo él, es una fuente de conocimientos y sorpresas que es algo que todo lector agradece y un motivo de orgullo para todo escritor.

Llama la atención la gran experiencia, conocimientos y sensibilidad en una autora tan joven, sorprende los detalles sobre los que hace hincapié y ello es motivo de alegría para el lector, como lo es el hecho de recordar que hubo un tiempo en el que se leía en voz alta y otro momento en el que se convirtió en un acto íntimo como señala Agustín en sus Confesiones cuando vio hacerlo al obispo Ambrosio de Milán, algo que entonces le conmovió. Llama la atención que la piel se usara como un libro entre aquellos que se tatuaban, que en las primigenias escrituras no existieran signos de interrogación, que Hipatia fuera la primera mujer en publicar un libro y que su osadía, entre otros motivos, le costara la vida. Sorprende y emociona a la vez el uso del libro para aplacar la soledad en las cárceles -recuerdo ahora los poemas de Raúl Rivero preso en Cuba por usar una multiciopista-, sorprende por que es un libro que da esperanza y, que seremos capaces de producir cosas nuevas porque los libros fueron y seguirán siendo nuestros más leales compañeros de la memoria.




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